«Bailar muy a menudo se vincula con el entorno. Especialmente en la improvisación, la influencia del espacio donde estas actuando es muy importante, y puede cambiar el curso y significado de tu improvisación.
En este festival, el espacio no es sólo el soporte, sino que también transmite una inspiración real. El pabellón ancho y luminoso. No podrías saber cuánto espacio hay en este lugar. Muchas veces los pabellones son opresivos: éste te da la sensación real de espacio y luz. Además, la región es maravillosa, cálida, la cocina delicada y refinada -nada común en los festivales existentes.
El pueblo de Ripoll, es definitivamente encantador. Las condiciones fueron muy confortables. En la primera edición de este festival éramos un manojo de “pocos felices” que tuvimos el privilegio de compartir este precioso espacio. Aunque éramos muy poquitos, la gente era generosa y entregada, y esta combinación dio lugar a un momento muy especial lleno de magia y creatividad.
Todo esto ha sido posible gracias al compromiso de su organizadora, Ester Forment. Ella confió en sus sueños y la realidad confió en ella.
Uno de los mejores recuerdos de un festival, posiblemente el mejor…” Stéphane
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