Sobre Ripoll es Danza, el odio, el cuidado, y perder la importancia de uno en el seno de algo más grande

  • septiembre 01, 2017
ripollesdansa 2017
«Guillermo Weickert dispuso dos filas de sillas enfrentadas a lo largo de la sala, y nos hizo sentar a cada uno en una , por parejas, frente a frente. Nos instó a acercarnos al máximo, pegar nuestra frente y nuestra nariz a la del compañero, clavar nuestros ojos en sus ojos, y sostener con nuestras manos la cara del otro. Así partimos, y así permanecimos durante un tiempo que por momentos parecía infinito. La posición de los cuerpos sentados en la silla, la postura para hacer permanecer juntas nuestras caras, la tensión de compartir tal intimidad con un desconocido, el aliento del uno en el otro, nuestro olor íntimo, la mirada sin punto de fuga… todo sumaba para acrecentar el desasosiego. Pasaban los minutos y el cuerpo se quejaba, pinchazos en las piernas abiertas, en los brazos elevados, en las lumbares adelantadas… Deseo de escapar, y compromiso de seguir.
Aparecían monstruos ante los ojos, y la persona de enfrente pasaba a ser un cíclope de un sólo ojo, y por momentos un extraño ser con tres. El dolor corporal aumentaba; el desasosiego, y el deseo de fuga, de una salida, se hacía mayor. No os preocupéis, decía Guillermo, Dentro de poco esto habrá terminado, continuaba, y mi mente, pese al cariño que ya le había cogido en los días anteriores, no podía evitar quejarse, Me cago en la ostia, éste Guillermo, será cabrón…
Al cabo de un rato difícilmente determinable, nos dijo que sincronizásemos inhalación y exhalación con el resto de compañeros del ejercicio.
De pronto la escucha se abrió; las frentes y narices seguían pegadas a las del compañero, las pupilas clavadas, las manos en las mejillas del otro, los cuerpos forzados en su postura, los mismos alientos, olores, calores, dolores. Pero ahora el foco estaba puesto en otra cosa, en algo más grande, en el ser que entre todos formábamos.
Las respiraciones se fueron sincronizando, un sólo ser que respira, una sola respiración que hace a un ser.
Y mientras esto sucedía, me daba cuenta que las incomodidades y los dolores iban desvaneciéndose, pasando a un segundo plano, volviéndose menos importantes, hasta llegar a ser insignificantes. Sí, esos dolores por los que antes rabioso me cagaba en las barbas de ese maldito Guillermo, esos mismos dolores tan importantes en su momento, habían…. ¿desaparecido?
Perder la importancia de uno, en el seno de algo más grande.
Después de la intensidad del ejercicio me senté a respirar profundo, y sentí claramente cómo tantas veces en la vida me había pasado esto mismo, cómo los problemas que me dolían y parecían constituir todo el mundo a mi alrededor, cómo al cambiar el foco, y al mirar más allá de mí, esos problemas desaparecían.
El dolor, el sufrimiento, el deseo de fuga, el sentirte sin salida, el despertar de la rabia, del odio, todo ello puede desbocarse, y también puede ser utilizado para generar una explosión, un estallido de cólera, de violencia. Así se puede conseguir que una persona se suba a una furgoneta y asesine a todo el que tuvo de desdicha de pasear por la Rambla en ese momento.
De verdad confío en que llegue el día que nos demos cuenta que pertenecemos a algo más grande, y nuestros dolores de musulman, de catalán, de madridista, de precario, de becario, de director, de mujer, de divorciado sin custodia, de hijo olvidado, de artista sin perspectivas, de lo que sea que aqueje nuestras vidas, todo ello se trascienda en nuestra conciencia de estar generando una respiración común, entre todas las personas, entre toda la vida que hay en el planeta, y entonces la ignorancia y el odio ante la diferencia se transforme en apoyo y cuidado de lo otro, porque es uno mismo.
Me vienen a la mente y a la sangre las palabras de Marlene Jöbst, ponerse al servicio de algo más grande, ponerse al servicio de la vida, del arte…
Me resuena también la propia experiencia corporal en la que uno puede abandonar su cuerpo, dejar que otro lo manipule a su antojo, y gozar de la experiencia y el aprendizaje mutuo. Y eso solo es posible porque te sientes cuidado por el otro. El abandono de uno en el cuidado del otro.
Así que cuidémonos, cuidémonos para podernos sentir cuidados, para poder abandonarnos, olvidar nuestra importancia, y trascender, puestos al servicio de algo más grande.
El abandono de uno en el cuidado del otro, al servicio del todo.
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